Soberbio western... ¡español!. Bueno realmente se trata de una coproducción hispano-franco-boliviana, pero al tratarse de un empeño personal del joven director español Mateo Gil, la podemos considerar nuestra.
Y no deja de ser curioso, que la obra cumbre de un director hispano sea un film de vaqueros, pero teniendo en cuenta que el western es un genero tan arraigado a la cultura popular de todo el mundo occidental (¿quien no ha jugado de niño a indios y vaqueros?), tampoco es de extrañar. De hecho lo primero que destaca en el visionado de esta cinta, es el profundo amor y respeto por el genero de su realizador. La película que se puede ver como una "secuela" tardía del clásico Dos hombres y un destino, ya que nos cuenta la ultima aventura de Butch Cassidy que supuestamente no murió como se contaba en aquel film. Es más Mateo Gil nos cuenta también parte de aquella historia en unos magníficos y bien diseñados flashbacks que aportan mucho a la historia "actual" que nos esta contando.
El film es una recreación perfecta de los clásicos y mejores westerns hollywoodienses, con un ritmo engañosamente lento, y recalco lo de "engañosamente", porque no decae en ningún momento y el espectador no solo no se aburre sino que se lo pasa de cine (nunca mejor dicho) embelesado por una fotografía espectacular, unas actuaciones excelentes, atención al impresionante papelón que hace Sam Shepard como el viejo pistolero. Eduardo Noriega demuestra una vez más que es un buen actor y no se arruga ante un maestro como el que tiene delante. Y me gustaría destacar la interpretación de Nicolaj Coster-Waldau como el joven Butch que recrea perfectamente gestos y maneras de Shepard. Y sobre todo un guión buenisimo, no solo por lo solido de la historia y sus acertados diálogos, sino también por el sorprendente e inesperado giro final.
En definitiva, un estupendo western que en nada tiene que envidiar a las mejores entregas del genero rodadas por los propios norteamericanos.
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